Hoy, tocaste a mi puerta
de repente,
hoy escuché tu voz,
aquella alegre, tintinaste,
hoy sentí la apnea,
sofocante,
simple, inebriante...
Hoy busqué en mi
las palabras...
No las dije yo...
las dijiste tu...
Hoy te pedí de nuevo
de llenar mi espacio...
Y tu, respondiste
solamente...
Lo pensaré...
como siempre
lo has pensado...
Hoy me sentí mas viejo,
mas amargo...
menos loco,
como en letargo...
Y aún así,
lo piensas...
Y siempre eres tu
lo piensas...
y yo allí estoy...
lo piensas...
y yo...
21 dicembre 2014
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La verdad, no me siento mal ni lamento el hecho que: la madre de los imbéciles este siempre preñada, así se asegura la presencia de suficientes de estos ejemplares para recordarme de que no lo soy.
En fin, los imbéciles son necesarios para distinguir a quienes no lo son...