Se quiere coraje para decirlo

Entre paréntesis: (no fui yo a decirlo)
Se debe decir entre comillas: "¿Quién lo dijo?"

A fuerza de tragarnos las palabras

tenemos tanta nausea.
Un día, mañana, quizás después,

leerás  estos versos.
un día, quizás mañana,

no reconoceré tu rostro.

A fuerza de tragarme las palabras

tengo tanta nausea.
Un día, quizás después,

leerás mis versos.

ayer, te llevaba en mis sueños,

hoy, te recuerdo porque no existes.

Un día, tal vez después,

leerás mis versos.

Ayer, te encontré en mis sueños,

y recordé tu nombre.
indeleble, eterno...
Un día, quizás después,

encontrarás mis versos.
No soy un hombre, y soy un hombre,

un hombre, solo,

con su nausea,

con su dolor

y la sola vergüenza

de ser un hombre

con la amargura

de cuatro decimos de siglo.

Yo no soy un hombre...Un día, quizás después,
encontraras mis versos.
Antes, la amargura hablaba
desde bocas centenarias.
Hoy, la amargura habla
desde mi boca de ocho lustros.
Un día, quizás después,
encontraré tus ojos.
Ayer, los encontré en mis sueños.
Ayer, descubrí tu nombre entre mis sueños.
Un día, tal vez después,
escribirás el mío entre tus sueños.
Aquello que mas me da fastidio,
es esta nausea,
éste cáncer en mis cuatro decimos de siglo.
Soy el hombre del hastío
y de la miseria del átomo bendito.
Y no soy un hombre.
No soy un hombre y soy un hombre,
un hombre, solo,
con su nausea, con su dolor
y la vergüenza de ser un hombre
con la amargura de cuatro decimos de siglo.
Ayer, me atreví a decirlo,
me atreví a soñarlo.
Y hoy, soné tu rostro,
encontré tu nombre,
las cinco letras de tu nombre,
se diseñaron en mi mente.
¿Existes?
A penas entre sueño y vigilia
se mueven mis labios empedrados.
¿Quién eres?
Estoy aquí buscándome a mi mismo,
aruñando las puertas de mi pecho,
estoy aquí para saber si aún vivo,
avergonzándome de no saber morir.
Ayer, te vi en mis sueños,
y descubrí tu nombre.
Un día, mañana, quizás después,
encontraré tus ojos.
¿Estarás?
Me avergüenzo de no saber morir,
para tornar al sueño.
un día, mañana, quizás después,
moriré en un lecho,
solamente, para encontrar tu rostro.

NB: Esta poesía forma parte de la serie "Poesías dispersas", mi primer libro publicado en el 1978, aún hoy, la considero extraordinaria.